Activista por la paz de Gaza denuncia haber sido torturado y obligado a divorciarse por Hamás

01/Abr/2021

Ynet Español

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Activista por la paz de Gaza denuncia haber sido torturado y obligado a divorciarse por Hamás

Rami Aman afirmó que su vida se deshizo por completo después de que participara el año pasado en una reunión virtual con activistas israelíes. La organización terrorista Hamas lo obligó a poner fin a su matrimonio y lo acusó de “debilitar el espíritu revolucionario”.

Después de meses de tortura e interrogatorios en una prisión de Hamás, el activista palestino Rami Aman dijo que le ofrecieron una propuesta poco convencional: divorciarse de su esposa a cambio de su liberación.

Aman había firmado recientemente un contrato de matrimonio con la hija de un funcionario de Hamás, y el grupo terrorista gobernante aparentemente quería disipar cualquier insinuación de que apoyaba el acercamiento de Aman a los activistas por la paz israelíes.

El activista palestino manifiesto que finalmente cedió a la presión. Señaló que su pareja había sido sacada de Gaza en contra de su voluntad, y es posible que nunca la vuelva a ver.

“Me di cuenta de que me enviaron allí para estar un tiempo hasta que rompiera mi relación”, expresó Aman en una entrevista en su casa en la ciudad de Gaza.

Fue la humillación final de una saga que comenzó con lo que él creía que era una reunión en línea inocente con activistas por la paz israelíes. En cambio, el episodio lo llevó a una notoria celda de prisión conocida como “el autobús” y finalmente destruyó su matrimonio.

Su experiencia muestra las duras restricciones a la libertad de expresión en el territorio gobernado por Hamás y la hostilidad del grupo terrorista a cualquier conversación sobre la coexistencia con Israel.

“La forma en que las autoridades de Hamás trataron a Rami Aman refleja su práctica sistemática de castigar a aquellos cuyo discurso amenaza su ortodoxia”, declaró Omar Shakir, director de Israel-Palestina de Human Rights Watch.

Aman no pensó que estuviera haciendo nada subversivo cuando se unió a esa fatídica llamada de Zoom en abril pasado. En medio de los cierres generalizados al comienzo de la pandemia del coronavirus, Aman quería discutir el “doble cierre” en Gaza, que ha soportado 14 años de un estricto bloqueo israelí-egipcio contra Hamás.

“Quería que la gente supiera más cómo es cuando se vive bajo la ocupación, privado de los derechos de los que disfruta el resto del mundo”, dijo Aman, un escritor independiente de 39 años.

Durante más de dos horas, Aman y su grupo de activistas por la paz, el Comité de la Juventud de Gaza, hablaron con decenas de israelíes sobre la convivencia.

Cuando se filtró la noticia de la reunión, las redes sociales se llenaron de furiosos comentarios que lo tildaban de traidor. Algunos instaron a Hamás, que ha gobernado Gaza desde 2007, a actuar.

Aman sostuvo que el 9 de abril, él y siete miembros de su grupo fueron convocados por Seguridad Interna, la agencia que se ocupa de disidentes y personas acusadas de espiar para Israel.

Dijo que le vendaron los ojos y lo enviaron rápidamente al “autobús”, una habitación donde, según señaló, los detenidos son obligados a sentarse en pequeñas sillas de jardín de infancia durante días o semanas seguidas, con pocos descansos.

“No presentaron ninguna prueba en mi contra”, denunció Aman. Y agregó que debía sentarse en la silla desde las 6 a.m. hasta la 1 a.m., excepto cuando lo llevaban para interrogarlo o para orar. Sólo se le permitía quitarse la venda de los ojos cuando iba al baño.

Sus captores lo llamaban por su número de prisionero: 6299.

Las preguntas se centraron en la reunión de Zoom y en quién podría haber estado detrás de ella. Aman fue acusado de colaborar con Israel, un crimen que se castiga con la muerte.

Contó que a la 1 de la madrugada, los “pasajeros del autobús” podían dormir con los ojos vendados junto a las sillas. Se acurrucaban con sus chaquetas en el suelo frío antes de que los despertaran unas horas más tarde para la oración musulmana del amanecer. En un informe de 2018, Human Rights Watch documentó relatos similares.

Aman relató que pasó 18 agonizantes días en el “autobús” antes de ser trasladado a una celda diminuta. Entonces el interrogatorio tomó un nuevo giro extraño.

Solo dos meses antes, Aman había firmado un contrato de matrimonio con la hija de un funcionario de Hamás exiliado que reside en Egipto. La pareja no tuvo tiempo de celebrar su boda con una ceremonia formal debido al cierre destinado a tener la propagación del coronavirus, pero se los consideraba casados ​​según la ley islámica.

Aman comentó que la conoció en 2018 después de que se separara de su primer marido. Indicó que ella creía en el mensaje de paz y se unió a su equipo en varias conversaciones con israelíes. Pidió no publicar su nombre, ya que teme que puedan hacerle daño.

Aman manifestó que su nueva esposa fue arrestada con él, pero que se separaron rápidamente. “Ella no te quiere”, le dijo un oficial. “Es mejor que se divorcien”, añadió.

Durante dos meses, dijo el activista, resistió la presión para terminar la relación. El 28 de junio, finalmente lo visitó y le dijo que había sido puesto en libertad bajo fianza.

“Esta no era la mujer que conocía”, declaró. “Estaba claramente bajo una gran presión”, agregó, debido a que los oficiales se encontraban en la habitación. Sin embargo, Aman se negó a concederle el divorcio.

En julio fue trasladado a la prisión central de Hamás, donde no hubo más interrogatorios ni torturas.

A mediados de agosto, señaló que finalmente firmó los papeles del divorcio después de que le prometieran que sería liberado al día siguiente.

Sin embargo, permaneció encarcelado durante dos meses más. El 25 de octubre, Egipto abrió su frontera con Gaza para permitir que una delegación de Hamás viajara a El Cairo.

Al día siguiente, un tribunal de la organización terrorista condenó a Aman por el vago cargo de “debilitar el espíritu revolucionario”. Fue puesto en libertad con una sentencia suspendida.

Solo entonces Aman se enteró de que su esposa había sido llevada con la delegación de Hamás a Egipto y entregada a su familia.

Associated Press se puso en contacto con la mujer, quien confirmó que se vio obligada a divorciarse y que quería volver con su marido.

Un alto funcionario de Hamás, que se cree estuvo involucrado en el asunto, no respondió a las reiteradas solicitudes de comentarios.

Aman tiene prohibido salir de Gaza y pasa sus días hablando con su abogado, grupos de derechos humanos y enviando mensajes de texto a funcionarios de Hamás.

Eyad Bozum, un portavoz del Ministerio del Interior, dijo que el problema está “en camino de ser resuelto”, sin dar más detalles.

Por ahora, Aman ha dejado de lado su activismo político. “Ahora tengo mi batalla personal: volver con mi esposa”, expresó.